04/12/2017
Tanto educadores como padres, a la hora de enfrentarnos a un reto tan importante como educar e instruir a los niños, tenemos muchos retos que afrontar. La protección es un instinto normal que surge de manera natural, sin embargo, no podemos dejar que esto impida que los niños se desarrollen por sí mismos y se enfrenten a una serie de situaciones que tendrán que deben resolver por ellos mismos.
La sobreprotección de los niños
Muchos padres tienden a una sobreprotección que en absoluto es beneficiosa para el desarrollo de los pequeños. Ellos tienen que aprender a equivocarse y enfrentarse a los problemas para crecer y desarrollarse como adultos. La intervención de los padres debe basarse en guiar y apoyar al niño ante cualquier problema, pero en ningún momento entrometernos en algo que solo les concierne a ellos resolverlo. Esto les ayudará a madurar y a crecer como personas, y si no les dejamos ese pequeño espacio de actuación, puede suponer que cuando crezcan no sean capaces de enfrentarse por ellos mismos ante las situaciones más comunes y que desarrollen una dependencia excesiva.
Como educadores, debemos intentar reconocer a aquellos padres sobreprotectores. Las actitudes habituales que observaremos serán una preocupación y atención excesiva por sus hijos, evitando a toda costa que se enfrenten a cualquier tipo de situación mínimamente conflictiva que les haga salir de su zona de confort. Tomarán las decisiones por ellos y no dejarán que, por ejemplo, colaboren en casa, o tengan algún tipo de tarea que requiera responsabilidad.
Por tanto, si como educadores infantiles, observamos estos patrones y notamos estas actitudes por parte de los padres, es recomendable que te sientes a hablar con ellos para intentar solucionar esta cuestión. Es algo en lo que os podéis ayudar mutuamente, de modo que os lo debéis tomar como una tarea colaborativa. Oriéntales sugiriendo que los niños colaboren en pequeñas tareas para que sientan cierta autonomía: poner la mesa, hacer su cama… También debes intentar que entiendan que son los niños los que deben aprender de ciertas situaciones que, aunque son frustrantes para los padres, han de experimentar: pena, rabia, dolor… La vida diaria incluye este tipo de sentimientos, y no se puede crear una barrera ante ellos.
Con tu ayuda, como educador infantil, y si ponen de su parte, los padres aprenderán que ser excesivamente sobreprotectores con sus hijos tendrá, a la larga, consecuencias negativas. Comunícate y trabaja con ellos, hazles saber los peligros de la sobreprotección desde el respeto, sin que parezca que es una reprimenda porque si no se sentirán atacados y se cerrará una barrera entre ellos y tú. Colaborando juntos conseguiréis que el niño crezca sano emocionalmente y sea un adulto responsable e independiente.