01/07/2016
Los primeros años de un niño pueden ser fundamentales en su educación. La mayoría de habilidades que utilizamos día a día tienen su base en lo aprendido en los primeros años de vida. De aquí la importancia del desarrollo temprano para un niño y de la labor de un buen técnico en educación infantil.
En una escuela infantil, los alumnos tienen la oportunidad de beneficiarse de una educación apta para su edad que va a potenciar su desarrollo y crear la base de las habilidades necesarias para una educación posterior.
El desarrollo comunicativo y lingüístico se ve reforzado en la escuela infantil debido a un mayor número de interacción con otros niños y el maestro. Los niños y niñas no aprenden de la nada, sino que escuchan lo que tienen que decir los adultos. Un técnico de educación infantil crea y favorece situaciones que se adaptan al nivel de atención de los alumnos y les hace descubrir nuevos mecanismos para aprender el uso del lenguaje.
A través de cuentos, juegos, canciones, rutinas y actividades de todo tipo, se construye la base de la comunicación verbal. Los niños escuchan, hablan y son escuchados y atendidos, se divierten y aprende mejor las palabras, la articulación de frases y el uso del lenguaje.
También el desarrollo motor se ve potenciado. Cada avance en la capacidad motora supone la posibilidad de conseguir otras capacidades, cada vez más complejas. Los avances en el niño más pequeño son evidente: en cuestión de meses pasan de ser capaces de sostener la cabeza a poder sostenerse de pie en pocos meses. El niño aprende a moverse, a coordinar su cuerpo poco a poco, consiguiendo un mayor grado de autonomía que también es reforzado mediante las herramientas de las que dispone el educador infantil, aumentando su coordinación y seguridad.
Por último, tampoco se puede descuidar la formación afectiva. Los vínculos que se forman entre el profesor y el niño, junto con otros niños, es fundamental: aprender a confiar en otra persona, y a comunicarse con sus semejantes, creando lazos y aprendiendo en la afectividad. Además, el refuerzo positivo ante las actividades realizadas sientan la base de una buena autoestima: los niños descubren que pueden hacer cosas nuevas y hacerlas bien.
Existen estudios que prueban que los niños que pasan por una escuela infantil entre los 3 y 6 años tienen más facilidad para el aprendizaje que aquellos que no lo hacen, rindiendo mejor en los estudios posteriores y evitando el fracaso escolar. La labor de un buen técnico en educación infantil es, por lo tanto imprescindible. Se trata de toda una vocación, una profesión en la que se debe de trabajar con toda la paciencia y cariño que merecen los más pequeños.